11 razones por las que el fútbol sala mola más que el fútbol

Navegant per la web ens hem trobat amb aquestes reflexions vingudes a la ment d'Antonio Pulido Casas. Cadascú tindrà la seva pròpia opinió, nosaltres us fem arribar la seva.
La envidia es un concepto pagano que nos inculcaron desde pequeños. Inconscientemente, nos inclinamos a pensar sobre qué debemos conseguir, pero en pocas ocasiones reflexionamos sobre lo que hemos obtenido o, simplemente, lo que realmente nos es necesario. Este pensamiento, que pretendía enganchar al lector, me vino a la cabeza cuando quise comparar al fútbol sala y al fútbol, por lo que decidí redactar una lista con los aspectos que, a mi parecer, son dignos de alabanza entre uno y otro deporte. Curiosamente, sale perdiendo el fútbol.
 1-Entretenimiento: el deporte demanda diversión, sobre todo, en las edades tempranas, cuando comienzas a familiarizarte con aquello del sudor detrás de una pelota. En este caso, siempre disfrutas más (y tu madre lo agradecía) si al llegar a casa el equipamiento deportivo no estaba adornado con algo de albero y mechas rubias en el pelo. Lo máximo que te podría pasar sobre una pista de fútbol sala es que aparezcas con quemaduras en las rodillas. Pero eso da igual, no cuesta dinero curar las heridas. La ropa, sí.



2-Espectáculo: enlazada con la anterior, pero con una afiliación a la grada, a quien se reposa sobre los asientos para ver el tinglado. Siempre es más espectacular asistir a un partido de fútbol sala por varios motivos: a) la probabilidad de que te toque presenciar un juego lento (similar a un Osasuna-Levante, como dice mi amigo Ureña) es del 1% -y exagerando, ¿eh?-, más que nada porque este deporte necesita de rapidez física y mental (ya lo desarrollaremos más adelante) para sobrevivir y eso se traduce en b) intensidad, algo que se palpa en cada segundo, con piernas en constante movimiento y tensión, esperando un acción o cualquier mínimo detalle para cambiar el partido, c) nada de pasar la pelota desde la defensa y esperar unos cinco minutos caminando hasta que la pelota regresa. Aquí no. Todos atacan, todos defienden, todos muerden. No hay aburrimiento.



3-Vistosidad: los recursos creativos deben ser precisos y acelerados en poco espacio, lo que beneficia a la retina del espectador. En los pabellones de fútbol sala no se halaga con un “Oooh” el caño porque es norma habitual en el parqué. Los estadios de fútbol son burdos y descerebrados, tan poco acostumbrados a un juego de salón que al mínimo toque de espalda intencionado lo corresponden con aplausos más propios de primates que de refinados “entendidos” –como se hacen llamar- del balompié. Quien no sabe jugar al primer toque en el fútbol sala lo mandan para el campo grande. Afortunadamente.



4-Economía: especialmente llamativa esta controversia. Todo lo anterior mencionado, al margen de satisfacer las necesidades de ocio humanas, lo hacen por un precio infinitamente menor que en fútbol. Una entrada única de Primera División de la LNFS puede costar alrededor de 10-15 euros fácilmente. El ratio diversión-dinero es insultante para todos aquellos que pagan 100 euros por ver a hormigas, al aire libre y en enero, y, además, se aburren. En el pabellón, al menos, no corre el aire.



5-Accesibilidad: no existen trabas para conversar con alguno de los protagonistas. Es decir, te atienden con sinceridad y amabilidad. Los aficionados se fotografían con quienes quieran y puedan. Tampoco es común una aureola de riqueza ni prepotencia en los jugadores. Ni siquiera quieren intercambiar sus camisetas al final del encuentro porque supondría un derroche innecesario. Es un deporte humilde integrado por personas humildes.



6-Igualdad: cualquiera puede ganar a cualquiera. Un concepto simple que no se cumple en la mayoría de los deportes. El último clasificado está perfectamente capacitado para vencer al líder de la tabla y a pocos sorprendería. Cometer un fallo puede sepultar el partido y despedir la primera posición. También se puede llamar emoción, un reclamo para estar pegados a la banqueta y apretar el culo cuando el balón da en el poste.



7-Alternancia: no me hables de la tiranía del FC Barcelona Alusport porque es un hecho extraordinario, alejado de lo común. Sin embargo, ¿sabrías decirme quién es el actual campeón de la Copa de Europa? Una evidencia más de que la monotonía no entra en los planos de la pista. Ah, perdón, es el Kairat Almaty, de Kazajstán. Dime tú cuántos kazajos han ganado algo fuera de su propio estado. A mí me suena Vinokourov, pero ese era ciclista.



8-Práctica: es el deporte más practicado en el mundo, sin lugar a dudas. En cada colegio o instituto hay dos porterías sobre una cancha de fútbol sala. Guste o no. Sin embargo, sigue sin ser olímpico. ¿Por qué? Sería justo revisarlo, en un ejercicio de empatía, y así vislumbrar el motivo que une a tanta gente y, sin embargo, no convence al COI.



9-Dificultad: mencionado en otro punto a destacar. La dificultad es alabada por cualquier ser humano. En infinidad de ocasiones, calificamos por el mérito que conlleva una acción. Extrapolado al fútbol sala, donde el espacio, el tiempo de reacción, el balón y la portería se reducen, condicionan a que su práctica se vea más compleja. Más, al menos, si lo contraponemos en comparación con su “hermanomayor”.



10-Sin contaminación: es una ventaja y una desventaja que convergen. Por un lado, está alejado de la maraña mediática que contamina al fútbol, donde –desgraciadamente- debates estériles sobre la cana de un jugador copan portadas y espacios televisivos que hacen plantearse a uno la posibilidad de viajar a Marte por la remota opción de encontrar vida inteligente por allí. “Demasiada prensa por hoy”. No obstante, pese a no rebosar el plato de atención mediática, apenas hay un culín de sidra y son pocos los medios que apuestan por llevar al fútbol sala a sus agendas informativas. El público, obviamente, condiciona el negocio y los medios de comunicación, como empresas generadoras de dinero, sacian a las masas.



11-Antagonía: es frecuente escuchar en las retransmisiones de fútbol al comentarista/narrador de turno soltar una expresión tal que así: “Una jugada preciosa, de fútbol sala”. Esta declaración, en el 100% de los casos, se debe a una escena de belleza con el balón, un detalle técnico que rápidamente se asocia a la dificultad (punto 9) y la vistosidad (punto 3) del fútbol sala. Digamos que asocian una acción poco convencional y bonita al fútbol sala por dos motivos: a) el fútbol no acostumbra a tales acciones y b) aunque no quieran reconocerlo, en el fondo les encanta el futsal, pero no da dinero.
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